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La Catedral de Getafe se inunda en Cantatas de Bach

  • MARÍA FRANCÉS CUESTA
  • 1 mar 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 12 may 2021

El pasado domingo 28 de febrero, numerosos getafenses acudieron a la Catedral de Sta. María Magdalena a escuchar cantatas de Johann Sebastian Bach en el XXX Festival de Música Antigua y Sacra


Mientras el público se adentraba en la catedral, nadie podía dejar de admirar la obra arquitectónica y pictórica que adornaba tanto las paredes como el techo de toda ella, incluida la bóveda vaída decorada con pinturas al fresco. Todos habían ido a escuchar las cantatas, pero siempre es una buena ocasión para rodearse de arte renacentista-barroco como el que recoge la iglesia catedralicia getafense. Minutos antes de comenzar la función, el aforo comenzaba a estar completo y los últimos asistentes iban colocándose manteniendo la distancia de seguridad establecida.


Por momentos, lo único que se escuchaba era el pequeño murmullo de los oyentes entremezclado con el silencio sepulcral, hasta que el sonido de los pasos de los músicos entrando al escenario hizo captar la atención de todos. Tras ellos se incorporó inmediatamente el Handel Oratorio Society entre elegantes aplausos, ya que junto al director de orquesta Oscar Gershensohn, era sin duda alguna la piedra angular de la noche.


Por fin comenzó la primera cantata, concretamente la Cantata BWV 93 del compositor germano y las voces de la soprano, el barítono y tenor se convirtieron en halos celestiales casi hipnotizantes que despertaron la atención de cada uno de los allí presentes. Los tres jóvenes tenían tal destreza y conocían de tal forma las partituras, que no les hacía falta ni mirarlas, simplemente con cerrar sus ojos ya hacían resonar sus cuerdas vocales con una garra y delicadeza a partes iguales hasta casi acabar en un éxtasis que así conseguían transmitir sin esforzarse.



Siguieron sonando el resto de arias y corales, de manera que el director que era uno de los pocos que no llevaban puesta la mascarilla, reflejaba en su rostro el regocijo que le producía escuchar a su orquesta la maestría con la que estaba interpretando todas las piezas de Bach. Tras acabar la segunda cantata, agradeció con unas sinceras palabras a los espectadores: “Para nosotros es muy satisfactorio tener a un público al que poder cantar ahora mismo en los tiempos de pandemia que corren”, dijo casi emocionado por los sentimientos del momento.


El punto álgido de la noche llegó cuando todos los allí presentes se levantaron de sus asientos para dejarse el alma entre aplausos durante más de dos minutos para reconocer la belleza que había estado saliendo de las voces e instrumentos de todos los intérpretes a lo largo de aquella hora y media.


Lo único de lo que uno hubiera podido lamentarse, sería el no entender alemán, aunque incluso hasta eso estaba previsto, pues en la entrada estaba a disposición del público el código QR de la traducción de todas las canciones que se interpretaron. De cualquier forma, pudieran entenderse o no, la belleza de las cantatas y la melodía que salía de aquellos instrumentos, hacían entrar en un trance absoluto a más de una persona. Por lo demás, resultó ser una exitosa función, de la que todo espectador recordará como una noche de absoluto cariño y afecto.


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