La vacunación; la luz que alumbra a las residencias
- PAULA BALANDÍN y MARÍA FRANCÉS
- 22 mar 2021
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 24 mar 2021
Con los procesos de vacunación ya terminados, las residencias de mayores consiguen acercarse a su antiguo día a día

Esta pandemia ha dejado muchas víctimas y no será fácil superarlo, uno de los sectores que más lo ha sufrido, han sido las residencias de ancianos. Estos centros han sido los encargados de cuidar a uno de los grupos con mayor riesgo ante esta enfermedad, lo que les ha supuesto mucho esfuerzo a nivel físico y emocional. Además, su situación no ha sido sencilla con respecto a las presiones de Sanidad y la opinión pública. Se ha hablado de muchos residentes fallecidos diariamente, de manera que además de estar en el punto de mira, se han visto señalados y sentido como culpables.
Así vivieron el coronavirus hace un año
Estar a cargo de uno de los sectores con más riesgo ante la COVID sin información, sin saber cómo actuar, con una carga terrible de trabajo y emocional no ha sido fácil para nadie. Ana es la directora de la Residencia de Personas Mayores con Alzheimer en Getafe y se derrumba al recordar cómo se inició todo, “Fue una situación muy dura en esta residencia y en cualquiera, nos pilló de sopetón, los mayores eran especialmente vulnerables, no se sabía nada… Ni cómo funcionaba la enfermedad, cómo protegerse… No había epis ni mascarillas ni protección para el personal, los hospitales estaban saturados… Además era muy repentino, a los mayores que se les manifestaban los síntomas a las 8 horas se nos habían ido. Era una cosa terrible”.
La situación no fue mejor para los trabajadores, la implicación personal en este trabajo es muy alta y la situación requería seguir trabajando a un ritmo fuera de lo común. Mientras, perdían a aquellos a los que habían estado cuidando y atendiendo durante mucho tiempo. Ana lo define como demoledor. Además, el personal estaba continuamente en riesgo, muchos trabajadores cayeron enfermos enseguida y los problemas por falta de personal se hicieron visibles. Había pocas opciones a parte de que los trabajadores sanos doblaran turnos. Afortunadamente la Comunidad de Madrid organizó una partida de refuerzos y eso mejoró notablemente la situación, cuenta Ana.


Cuando se consiguió un control de la situación, la Comunidad de Madrid mandó muchos protocolos a las residencias, muchas pautas que se cambiaban y actualizaban a medida que la situación se iba esclareciendo. En un principio los aislamientos eran en las habitaciones de los residentes, pero la directora cuenta lo difícil que era en el caso de sus residentes, la mayoría con deterioro cognitivo severo. “Si nosotros lo pasamos mal desde nuestra propia casa con nuestra familia y entendiendo la situación, imagínate ellos sin poder entender por qué estaban en su habitación”.
Para tranquilizarlos, la residencia intentó por todos los medios ponerles en contacto con sus familias. La única opción era organizar reuniones telemáticamente. “En este tipo de población muchas veces no es suficiente porque ven una pantalla y no lo relacionan con sus seres queridos. Pero bueno, las familias tienen que tener ese contacto, hemos estado en todo momento hablando con unos y con otros, dando información sobre todos los estados de sus seres queridos”, cuenta Ana.
Pedro es uno de los supervivientes que ha vivido toda esta pandemia en una Residencia de Mayores. A diferencia de muchos de sus compañeros, él no ha pasado el coronavirus, aunque sí que se ha sentido muy solo y con mucho miedo, sobre todo durante los meses del confinamiento, en los que confiesa que jugó con ventaja sobre el resto de residentes, ya que él estuvo entretenido pintando mandalas y escuchando música en la radio "porque la televisión era infernal". Los días encerrado en su habitación pasaban y esos eran sus únicos entretenimientos a modo de salvavidas. Cuando le dijeron que le iban a vacunar, recibió la noticia con mucha alegría y no dudó de que quería ponérsela porque “sabía que era la única solución para sanarle”. Su experiencia personal tras recibir las dos dosis de Pfizer ha sido totalmente satisfactoria, pues no ha pasado en ningún momento por algún efecto secundario como sí ha sido el caso de otras personas.
La vacunación en el sector sanitario
La vacunación en Getafe se ha visto desde otro punto de vista muy distinto en el sector sanitario. Sara, enfermera del Hospital Universitario de Getafe confiesa que no ha habido ningún tipo de organización y que en ningún momento han tenido algún tipo de protocolo fijo. Desde la dirección del Hospital se informó de que habían comprado un número de cantidad de vacunas y que a lo largo de las semanas, cuando el gobierno de la Comunidad de Madrid diera el visto bueno, comenzarían a suministrarlas. A partir de la primera dosis empezaron a mandarles más estudios, dudas frecuentes e informes sobre los efectos secundarios que más se estaban repitiendo. “De un día para otro nos avisaron de que empezábamos a vacunar y a vacunarnos a los propios médicos”, cuenta Sara. Eso sí, todos sus compañeros coinciden en que el ambiente de trabajo está siendo muy distinto tras la llegada de las vacunas, aunque insiste en que no hay que relajarse y en que hay que seguir cumpliendo a rajatabla las medidas de seguridad establecidas.
¿Cómo se organizó en las residencias?
Alfredo, es el director de la residencia AMAVIR en Getafe. Una residencia que tiene hasta 180 plazas para personas desde 65 años en adelante, que ingresan por diferentes razones, desde aquellos que tienen necesidades a nivel doméstico o alimenticio y requieren esta ayuda, hasta personas con deterioro cognitivo severo. Es un centro muy grande a cargo de muchas personas y esto podría haber complicado el proceso de vacunación, pero realmente no ha sido así, la organización ha sido fundamental pero se ha conseguido con mucho éxito aún siendo de los últimos centros en poder vacunar.
Han pasado por diferentes etapas durante este último año. Como todos, han sufrido por las 3 olas que ya cargan en sus espaldas, sobre todo el brote más fuerte en marzo. Y ahora se encuentran finalizando la etapa de la vacunación. Según el director, se ofreció la vacunación a todos los residentes y se informó a los familiares. También se les ofreció a todos los trabajadores del centro. Fueron las familias quienes decidieron si aceptaban o no la vacuna, como los trabajadores. “Nosotros no podemos obligar a nadie, al final la vacuna es algo libre” contaba Alfredo.

Una vez obtuvieron los consentimientos, organizaron un intento de vacunación masiva en el centro para poder tener resultados cuanto antes. En la primera ronda se vacunaron 252 personas entre trabajadores y residentes. En la segunda ronda, se vacunó al resto de personal. Las vacunas fueron solicitadas por el centro a la Comunidad de Madrid, quien se encargó de traer todas las dosis y el equipamiento necesario. Según el director de la residencia, “La verdad es que fue francamente bien dentro de lo que son nuestras necesidades, no hemos tenido ningún problema para conseguirlas. A la hora de organizarse la Comunidad de Madrid los grandes grupos residenciales como somos nosotros AMAVIR, lo que se hizo fue formar a un equipo de trabajadores internos propios de la compañía para que vacunaran por toda ella”.
Alfredo cuenta que fue algo muy especial, “El primer día que hicimos ronda de vacunación, lo que había en el centro era miedo… Qué podía pasar, todo lo malo que se ha hablado… Había mucho miedo. Sin embargo, la segunda dosis fue una auténtica fiesta, la alegría que había aquí en el centro era brutal”. Los efectos secundarios fueron prácticamente nulos y el miedo dejó paso a la alegría y la esperanza. “Había trabajadores llorando, porque ha sido un año francamente duro para nosotros… Incluso la gente llegaba antes de la hora citada porque querían ponérsela cuanto antes”, cuenta Alfredo.
Como nos cuenta Arturo, uno de los residentes de AMAVIR en Getafe, echa mucho de menos cosas como poder salir a comer un bocadillo de calamares al bar, o jugar al dominó en los torneos que organizaba antes con sus amigos en la residencia. Pero sobre todo, echa de menos las visitas de amigos y familiares, un pilar fundamental para ellos. “No puedes darle un abrazo a tu familia, un beso, ni ver a tus nietos”, se lamenta Arturo. “Yo di positivo durante cuatro meses, me costó mucho y lo pasé muy mal. El no poder ver a mi familia era aún peor. Así que recibir la vacuna ha sido un alivio para todos, queremos volver al nivel de vida tan bueno que teníamos antes”.

Ahora, con la vacunación Arturo y sus amigos lo ven todo más claro. Cuentan que ya están pidiendo a las chicas, como llaman cariñosamente a las trabajadoras sociales que cuidan de ellos, volver a hacer todas las actividades con las que tanta “juerga” tenían antes. Pero sobre todo, hacen hincapié en lo bien que se han portado con ellos y lo mucho que les ha ayudado su presencia en estos momentos tan duros.
La otra cara de la vacunación de mayores
Sin embargo, en los centros de día se ha vivido de una forma muy distinta todo el proceso de vacunación, siendo estos los grandes afectados de la organización y asignación de las dosis. “Nos encontramos con una larga espera y desesperación con Salud Pública para que atendieran a nuestros mayores”, cuenta Sira Moya, trabajadora social del centro de día AGAD. El hecho de que no les equiparasen a las residencias, creó un desconcierto en los usuarios y sus familias, ya que tienen constancia de que en otras comunidades autónomas ha sido muy diferente a la de Madrid. Tanto los usuarios como los trabajadores del centro de día AGAD entran y salen del propio sitio todos los días, por lo que una de sus mayores preocupaciones era la de no contagiarse del virus y crear un brote entre todos ellos.
Aunque para ellos, lo peor ha sido pasar por la larga espera y ahora que por fin han podido vacunarse sienten una gran esperanza. “A quienes les van llamando es un subidón de adrenalina para ellos, sentimos que ya nos está llegando el momento y bueno, la esperanza y el relax están ahí”, cuenta Sira.
Sin embargo, Mariángeles, otra de las residentes de AMAVIR, tenía dudas de cara a enfrentarse a la vacunación, ya que no estaba segura de cómo su cuerpo respondería. Ahora se alegra mucho de haber dado el paso, pero eso sí, no termina de ser optimista por lo mal que lo ha pasado. “Va a estar con nosotros de por vida, aunque estemos vacunados.”
Todavía queda un largo proceso para poder salir de esta pandemia, pero estas vacunas son el primer paso para volver a lo que antes conocíamos como “vida”. Nuestros mayores han sido los primeros en avanzar hacia la protección ante el virus; ahora es responsabilidad del resto seguir progresando. Al final, la salud es consecuencia de todos y para conservarla, nadie debe quedarse atrás.
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